sábado, 28 de junio de 2008

¡Ojala me pueda ir pronto!



Hola.


Primero antes que nada, una sincera disculpa, por lo que me he tardado en escribir en este mi blog, pero me sucedió algo increíble. Después de visitar con mi amigo Russ varios Estados, buscando en estrellas, en el cielo límpido, a travéz de un telescopio de mi invención. Por desgracia el auto se descompuso.  Russ se fue en busca de un mecánico y yo me quede a cuidar el auto. ¡El tiempo, vivimos es tan poco, que en verdad estoy molesto, por que me ha sucedido, loco literalmente.

Les cuento, desesperado por la tardanza de Russ, inicie el caminar y después de dos o tres kilómetros a lo lejos vi; que subía gente a un autobús, y puse andar mi cronometro y a correr. como loco, otra vez esa palabra. Hice un tiempo record, y alcancé a subirme al transporte.

Dentro del autobús le explique con lujo de detalle al chofer, lo que me había sucedido, así como de la tardanza de Russ. ¿De quien? me dijo, acerté a repetir: de Russ, mirándome, con una mirada poco usual, me dijo que a llegar podría llamar por teléfono, dentro del edificio al que él se dirigía. El viaje fue rápido, solo me intrigaba la mirada fija e insistente, sobre mi del chofer.

Pues les cuento llegamos y baje con los demás pasajeros y entramos a un edificio y ahí al ver a una enfermera, le pregunte si era posible hacer una llamada a mi casa. Dulcemente me dijo que si, si, si., seguro que si.

vi. como se alejaban los pacientes de este nosocomio de cuyo nombre no quiero ni acordarme. Pues bien al mirar ella, que yo estaba ahí parado, la enfermera de forma dulce me dijo que lo acompaña para que llamase a mi casa ¿No es lo que usted desea? si le conteste. 

Nos encaminamos por largos pasillos, hasta llegar a uno que tenia escrito:: pabellón seis. En el trayecto le conté a la enfermera, de mis tías  de mi profesión de científico y de mi criada, que tantas veces me ha orientado en mis pesquisas científicas, y que en este momento trabaja en un cronometro, que sera de los más funcional. Ella parecía interesada en mi charla, incluso me pregunto el nombre de algunas constelaciones del firmamento. Me decía dulcemente que si, ¡ Ah si, si, que interesante! ¡Cuanto sabe usted! y me hacia otra pregunta.

De pronto me llene de pánico, al ver que en la sala a la que entramos, le estaba aplicando un electroshock a un sujeto. Pero que desagradable escena, con los ojos desorbitados se convulsionaba. ¡Ahí me di cuenta de mi error: había entrado a un manicomio!

En otra ocasión les cuento de mi terapia, a base de haldol, y uno que otro electroshock, al yo gritarle a los médicos, que estaba completamente cuerdo… ¡Entupidos estoy cuerdo! … y más me encrespaba.