viernes, 23 de noviembre de 2012

La paciencia es buena, pero cansa



A mi eso de que los refranes son resultado de la sabiduría popular, me enerva. Les cuento conozco a un boticario, su nombre Homero. Todo un personaje, la clientela la conserva más, por su buen humor, que por lo que receta. Aparte de Homero , hay otra boticaria, que se llama Carmelita y esta tiene colas de gente, que solicitan su servicio de aplicación de inyecciones y de consulta, porque estas son gratis y ella -seguramente ejerce sin titulo, como se permite en este país maicero-  Hace un pingue negocio, con la necesidad de la gente, al venderles los medicamentos.


Esta buena señora se llama Carmelita y esta casada con un Sr. a quienes todos le dicen Don Sebastián, (no me explico, eso de agregar antes de un nombre el "Don") un ranchero, muy flojo que se la pasa sentado, afuera de la farmacia, tomando pulque. Él es muy gordo y sobre su cabeza se coloca un sombrero muy grande, a la usanza de la gente de campo. Se duerme con las manos entrelazadas encima de su enorme barriga y al poco tiempo ronca.

Pues este señor Homero, se distingue por ser un simple, por estar siempre contado chistes a la clientela, siempre con la risa en los labios. Un mediodía, en que yo tenía una gran prisa por surtir mi receta, entré en su negocio y no al de Carmelita por ganar tiempo.


Este señor realmente me ignoro. Él siguió relatando, a una clienta, toda una serie de anécdotas, de su viaje a los Ángeles, por ver a los Dodgers. Él es un fanático del béisbol -nunca me ha gustado ese juego, tan soso- Ante mi insistencia de que me atendiera, sus ojos azules me miraron y dijo: "Hay Sebastián… mientras Carmelita inyecta". en vez del típico "No por madrugar amanece màs temprano" o el napoleónico: “Despacio que llevo prisa”. Ni que fuera Sofocleto.

Yo acerté a decirle, la paciencia es buena, pero cansa. Este señor de plano no sabe que el tiempo es oro. Que lamentable, demasiado tiempo libre.

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