martes, 20 de noviembre de 2012

Cuando colgué me sentí un Troll.



Ayer me llamo por teléfono mi amiga la neurosicóloga noruega Kristine Walhovd. Seré indiscreto Se comunica conmigo todos los años, antes de las fiestas decembrinas, y yo le encargo el Bacalo, para la cena de Navidad y ella me lo envía por paqueteria. Fue un regocijo charlar con ella, siempre le pido lo mismo, que me relate, algo sobre los trolls. Ya saben son esos pequeños seres sobrenaturales procedentes de tiempos y comarcas lejanos. 
 Y ella me cuenta que estos viajan en hordas durante las oscuras noches de invierno. 

Cuando se acerca el 24 de diciembre, es el duende de Navidad, el que fascina a los niños, me dice ella y continua: el "Julenissen" es reconocible por su gorro rojo y su larga barba blanca, se viste con calzas y un chaleco de piel para resguardarse del frío. Sonriente o severo, puede mostrarse generoso si se le ofrece caldo, cerveza y gofres, ¡hasta se le prepara la cama! , es él quien da los esperados regalos a los niños "que han sabido ser buenos".

Los noruegos se sientan a la mesa para saborear El Hellefisk, que significa:  pez santo. Se considera uno de los platos fuertes de la cena del 24 de diciembre. Generalmente se prepara con fletán blanco, que es un pescado, considerado por los noruegos el pez más santo (la palabra ?helle? significaba santo en la antigua lengua noruega). La tradición exige que se sirva Hellefisk la noche de Navidad para que el año siguiente sea feliz y próspero.

También a insistencia mía, me hablo de los postres que se preparan para la comida de Navidad, del risengrynsegrøt un pastel de arroz espolvoreado con abundante azúcar y canela y con una pequeña nuez de mantequilla en el centro. Un postre familiar en el que se esconde una almendra de la suerte, el equivalente al muñeco de la rosca de Reyes. A quien encuentre la almendra oculta en su plato le ofrecen un cerdito de pasta de almendra, golosina deliciosa que podrá atesorar o trocear y compartir para satisfacer la glotonería del resto de los comensales.

Avivó mi memoria y me recordó las delicias compuestas de moras árticas, así como del Krasenkake. De  la bandeja con siete pasteles secos que comprenden buñuelos, galletas con especias, con melaza, con jarabe, coronas, piedras de chocolate, polvorones y tartaleta, de los krumkake, una teja en forma de cucurucho, de los goro, riquísimos barquillos decorados. ¡Ah y de los strull, que se comisquean hasta el palito! Yo me sentí al oírla un niño nuevamente, ¡ella es tan maternal!. 

Pero lo esencial de este post, es comunicarles que Kristi, finalmente ha terminado su sesudo trabajo cientifico, donde demuestra que el tamaño del cerebro humano depende de cuanto pese uno al nacer. Para ello debió investigar a 628 niños y adultos. Concluye mi amiga; que los recién nacidos con mayor peso, tenían mayor superficies en muchas regiones cerebrales y como consecuencia un mayor volumen del órgano. 

También en el estudio se considero edad, sexo, ingresos familiares y herencia genética. Para comprobar si el peso influye también en la capacidad de procesar información, evaluaron las habilidades cognitivas, etc. Sin embargo me dice, no encontré una relación directa.

Tan pronto termine mi charla con ella, llame a mi tía, para informarme cuanto pesé al nacer.



Cuando colgué me senti un Troll.   

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